Al hablar de intergeneracionalidad, pensamos en las categorías empleadas para dividir las distintas etapas de la vida: infancia, juventud, adultez y tercera edad. Sin embargo, esta clasificación etaria nos lleva a una reflexión relevante: si los márgenes que las definen están construidos sobre variables tangibles (acceso a la vivienda, capacidad productiva) o intangibles (nivel de estudios, herencia educativa), atribuir causalidades entre prácticas culturales y grupos etarios es un ejercicio problemático.
Es decir, aunque es útil saber que personas de una misma franja de edad comparten un hábito cultural, no podemos construir políticas culturales asumiendo que esa edad es la causa directa de ese hábito. Para avanzar de manera operativa, resulta útil entender las generaciones como categorías que “están”, no que “son”. Asumir que surgen como resultado de una interdependencia de variables socioculturales y biológicas que cambian constantemente.
En este contexto, desde este eje se trabajará en torno a cinco líneas de acción:
1. Cultura a lo largo de la vida. Esta línea de acción pretende impulsar transformaciones que garanticen la equidad cultural desde la primera infancia (0-8 años) hasta el final de la vida.
2. Democracia cultural. Esta línea aborda el poder garantizar la representatividad en los procesos y órganos de toma de decisiones.
3. Identidad digital. En 2024, plataformas como TikTok se ha convertido en la mayor escuela de danza y la mayor productora de vídeo del mundo, con beneficios de democratización del arte, pero también con riesgos como opacidad de algoritmos, tráfico de datos, ciberseguridad, adicción, trastornos de salud mental y restricciones creativas. Es necesario afrontar estos desafíos para proteger y garantizar los derechos culturales de infancia, juventud (personas nativas digitales) y tercera edad (principales víctimas de la brecha digital).
4. Primer y último empleo cultural. La precarización del empleo juvenil resulta aún más grave en el ámbito cultural, conectándose con la compleja realidad del empleo sénior, que se ve afectado por la falta de formación continua y oportunidades para perfiles mayores de 55 años, problemática acentuada en mujeres.
5. Derecho a imaginar. El verdadero poder transformador de abordar políticas culturales desde la intergeneracionalidad se alcanza al interpelar los imaginarios que este hecho genera al interactuar con las diversas variables que afectan a cada generación.